Microcharlas: Ganesha y Usabti de Khamouaset, en el Espacio Luzarra
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Ganesa es el dios hindú con cabeza de elefante, dios de la Sabiduría, de la prudencia y de la política, equivalente al egipcio Thot-Hermes, o al Jano de los latinos.
Es hermano de Kârttikeya e hijo de Siva y Parvâtî. Según una tradición, después de haberse ungido la diosa con distintos ungüentos y esencias aromáticas, ésta se bañó en las aguas del Ganges, que arrastraron los ungüentos hasta su desembocadura, momento en que fueron engullidos por Malini, diosa con cabeza de elefante. Esta dio a luz un niño con cuatro brazos y cinco cabezas de elefante. Ganga (el Ganges) lo tomó como hijo adoptivo, pero Siva declaró que era hijo de Parvâtî; redujo sus cinco cabezas a una y lo sentó en el trono Añjanagiri como «apartador de obstáculos». Estos datos están tomados del canto XVIII del Haracharita por Jayadratha, natural de Cachemira, en el siglo XIII, quien afirma haber compuesto su obra inspirándose en fuentes antiguas.
Por otra parte, el Brahma Vaivarta Purana, cuyo tercer libro contiene un relato sobre Ganesa, refiere que recién nacido el dios, Parvâtî invitó a todos los dioses para celebrarlo. Sani (Saturno), que no quería acudir por temor a ser la causa de alguna desgracia, al final asistió ante la insistencia de Parvati. Fue mirarle y la cabeza del pequeño Ganesa quedó carbonizada. Al instante, Siva se la restituyó por una cabeza de elefante.
Se le representa con la cabeza de un elefante, pues ya desde la antigüedad este animal fue en la India símbolo de la Sabiduría por sus características peculiares: una gran memoria; grandes orejas para escuchar; ojos pequeños (para ver en el mundo exterior) y cuerpo grande (para dar cabida al mundo interior); respuesta súbita y sin vacilación, pasando por encima de cualquier obstáculo, al oír el reclamo de la manada (la llamada a la realización espiritual). Además, la gran delicadeza del elefante, pese a su tamaño y su fuerza, refleja también su asociación con la Sabiduría.
Según la tradición, Siva es el dios de los bramanes, Vishnú el de los guerreros (ksatriya), Brahmâ el de los comerciantes (vaisya) y Ganesa el de los trabajadores (sûdra). Todas las ceremonias religiosas, composiciones literarias serias, viajes, así como todos los asuntos mundanos de importancia, son comenzados por los piadosos hindúes con una invocación a Ganesa, «el que hace posibles las cosas imposibles», «aquel que quita los obstáculos» (Vighnesvara). Es, por tanto, un dios muy popular en la India, a quien los fieles deben venerar antes de continuar adelante cualquier empresa, y su imagen suele encontrarse en las entradas de los templos y en los hogares.
A veces aparece rodeado de sus servidores, los gana (divinidades inferiores), de ahí que a Ganesa se le llama también Ganapati: «el jefe de la tropa de los gana». Es también designado con los nombres de Gajânana («que tiene cabeza de elefante»), Gajâsya (de igual significado), Ekadanta («que tiene un solo colmillo»), y otros. En ocasiones, aparece representado con cuatro manos, y según Jayadratha, lleva en ellas un colmillo, un rosario, un gancho y un pastel. Otras veces se le representa también con un manuscrito en la mano. Cuando aparece con un solo colmillo (Ekadanta), significa que ya se han escrito Los Vedas, pues, según la tradición, estos libros fueron escritos por Vyasa con un colmillo de Ganesa.
Usabti de Khamouaset. Esta figurita funeraria representa al príncipe heredero Khamouaset, hijo de Ramsés II. El príncipe fue enterrado en el Serapeum de Menfis, donde ejercía como Gran Sacerdote del Dios Ptah.
De profunda erudición y amante de los textos antiguos, se ocupó de restaurar las tumbas de la necrópolis menfita, y especialmente la pirámide de Unas, construida mil años antes. Desde este punto de vista, se puede decir que Khamouaset fue el primer arqueólogo del Antiguo Egipto.
Este ushabti -sirviente que el difunto se llevaba al más allá- representa al heredero con una peluca corta y un mechón de pelo que le cae por el lado, atributos de los Grandes Sacerdotes de Ptah. Sostiene en sus manos el Pilar de Osiris y el Nudo de Isis, como si se encomendara a ellos. Un pendiente con los jeroglíficos del Reposo Temporal y de la Vida evoca la condición del difunto, de la cual surgirá victorioso.
La envoltura momiforme lleva una inscripción (capítulo VI de El Libro de los Muertos, la fórmula más común en estas estatuillas) que recuerda que debía sustituir al muerto en las tareas más duras. Otro texto se refiere al culto de Ra: Que puedas ver el Disco, que puedas adorar al Sol. Esta fórmula, aparecida en el reinado de Amenofis III, nos muestra la prolongación de las creencias funerarias de la época de Amarna y su reforma en la religión ramésida.